La piedra natural Albamiel y los sistemas productivos del taller de fabricación de Rosal Stones permiten la arquitectura industrializada (cortes a medida según el proyecto evitando desperdicios de material) y la arquitectura circular, que tiene en cuenta la futura reutilización de los materiales, dos conceptos de vanguardia de la arquitectura sostenible. Además, esta piedra tiene un alto valor estético sin costes superiores al sistema de construcción tradicional.

El impacto medioambiental de las materias primas usadas en la construcción es un factor clave para la descarbonización del sector de la construcción.

 

La piedra natural Albamiel de Rosal Stones requiere poca energía para ser puesta al servicio de la arquitectura, es 100% natural y está sometida únicamente a procesos de corte.

 

Un informe expedido por la FDES (declaración medioambiental de los productos de construcción en el mercado francés) en la base de datos INIES evidencia que esta piedra permite reducir las emisiones de CO2 entre un 52% y 95%.

 

Por otro lado, el proceso de extracción y elaboración es altamente eficiente en términos de aprovechamiento de la piedra (en torno a un 80%) como en emisiones de CO2 (entre 2,4 y 7,2 kg eq CO2/m2 según los espesores).

 

Con respecto a la etapa de construcción, permite el cerramiento de la fachada en un solo paso. La piedra hace ella misma el cuerpo de la obra minimizando el uso de materiales, residuos y reduciendo costes energéticos. Además, permite la eliminación del uso de químicos en los acabados ya que no es necesario el uso de pinturas ni barnices. Esto aumenta la calidad de vida en la etapa del uso del edificio y elimina el mantenimiento posterior.

 

Cabe resaltar que la piedra Albamiel añade una alta eficiencia energética para edificios EECN (edificios de energía casi nula) y ofrece gran inercia térmica que reduce las variaciones extremas de temperatura. Además, aumenta la seguridad al ser nula su contribución al fuego.

 

Esta piedra tiene una alta durabilidad, facilidad de desmontaje y posibilidad de reutilización de los sillares y ladrillos de Albamiel, favoreciendo la economía circular. Por último, el mantenimiento es mínimo, estimándose uno cada 50 años con agua a presión.